miércoles, 5 de marzo de 2014

Investigando en femenino. La dimensión social de la poesía mexicana desde 1960

Estoy a favor y en contra de este tipo de seminarios “Investigando en femenino”: a favor porque considero fundamental compartir el trabajo de investigación que en esta universidad se está llevando a cabo; y en contra porque, en mi opinión, en la separación radica la exclusión. Es decir, soy consciente de que en la sociedad existe una desigualdad entre hombres y mujeres, y también estoy decidido a luchar contra esta, pero no creo que hablar de feminismo favorezca la desaparición del machismo. Por ejemplo, en nuestro ámbito, debería hablarse de literatura. Simplemente. ¿Por qué se imparten asignaturas que presentan en su membrete la injusta coletilla de “…escrita por mujeres?” Es cierto que en el contexto en el que se enmarca la historia, el silencio era impuesto para este género; no obstante, lo idóneo, y a mi modo de ver, lo normal, es conjugar los sexos. Sin importar si es mujer u hombre. Solo el día en que deje de existir la defensa de la mujer, la mujer ocupará la situación que merece; hasta entonces, este parece un buen camino (esperemos que solo temporal).

Actualmente, en México, en la UNAM, se estudia Filología Hispánica con un Manual de Gramática histórica (elaborado por una mujer) que ejemplifica la comunicación-acción de la siguiente manera, a partir del lingüista Hockett: «El marido ve a su mujer poner la mesa y se prepara para ir a comer; o bien oye a su mujer decir la comida está lista y se dirige al comedor». El cambio pues, debe partir de la base, de las universidades.

Tristemente, México se caracteriza por un constante machismo, ya adquirido e invisible, como los vicios, para sus ciudadanos. Así pues, la tesis doctoral “La dimensión social en la poesía mexicana desde 1960. Herencia, tradición y renovación en la obra de Vicente Quirarte”, dirigida por Carmen Alemany, revisa el impacto social de este género a partir de Vicente Quirarte. Y es que la poesía mexicana del último siglo ha ido configurando una dimensión social a partir de los problemas sociales, históricos y culturales del país. Las consecuencias de la Revolución Mexicana (1910), el exilio de numerosos españoles a México tras la Guerra Civil Española (1936-1939), las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y, sobre todo, la matanza de Tlatelolco (1968), fueron creando un clima de inestabilidad, denuncias y revueltas del que bebió el género literario que nos ocupa. Durante estos años, la figura de la mujer fue escalando la rugosa pendiente que el machismo mexicano imponía en las artes, en la expresión y en la libertad. Así pues, los objetivos de esta investigación se centran en la recuperación de poetas de la talla de Rosario Castellanos ‒desolada, amarga, desesperada (Ciudad de México, 1925 ‒ Israel, 1974)‒, Ulalume González de León ‒precisa, disertadora, lúdica (Montevideo, 1932 ‒ Querétaro, 2009)‒, Gloria Gervitz ‒abstracta, nostálgica, retórica (Ciudad de México, 1943)‒, Elsa Cross ‒extraterrestre, esotérica, insomne (Ciudad de México, 1946)‒, Silvia Tomasa Rivera ‒ruda, inmediate, natural (Veracruz, 1955)‒, Verónica Volkow ‒diáfana, segura, certera (Ciudad de México, 1955)‒, María Baranda ‒itinerante, acuática, subterránea (Ciudad de México, 1962)‒ o Enzia Verduchi ‒ familiar, plástica, cotidiana (Italia, 1927)‒, entre muchas otras. Además, resulta indispensable contar con el trabajo que Elena Poniatowska (París, 1932), Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) o Margit Frenk (Hamburgo, 1925) han llevado a cabo sobre el género femenino en las letras de México.

Entre algunas recientes selecciones poéticas, Víctor Manuel Mendiola, Miguel Ángel Zapata y Miguel Gomes, en Tigre la sed. Antología de poesía mexicana contemporánea: 1950-2005, recopilan las voces de 37 poetas. Solo 8 son mujeres (las que hemos mencionado con anterioridad, base de nuestro estudio quirartiano). Del mismo modo, Elías Nandino, Salvador Encarnación y Javier Ponce destacan a 70 poetas mexicanos del pasado siglo; 7 mujeres: Margarita Michelena (Hidalgo, 1917 ‒ Ciudad de México, 1988), Coral Bracho (Ciudad de México, 1951), Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954), Hilda Bautista (Campeche, 1956) y Blanca Luz Pulido (Ciudad de México, 1956), además de las ya citadas Rosario Castellanos (Ciudad de México, 1925 ‒ Israel, 1974) y Verónica Volkow (Ciudad de México, 1955). Por su parte, Mario Meléndez habla de 24 poetas mexicanos en el número 28 de la revista Ómnibus (septiembre, 2009). Aquí hay 3: Tanya de Fonz (Guadalajara, 1976), Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972) y Claudia Posadas (Ciudad de México, 1970). Una vez analizadas, brevemente estas antologías (curiosamente todas elaboradas por hombres) nos surgen algunas preguntas: ¿por qué hay tan pocas poetas?; ¿tiene algo que ver que quienes recopilan las antologías sean hombres?; ¿realmente escriben muchos más hombres que mujeres?; o ¿es cierto que estos, por ahora primeros, lo hacen mejor para elevar el porcentaje? Actualmente, las mujeres superan (en número) a los hombres en la mayoría de las universidades. Esperemos que a estas listas se vayan sumando las mujeres que aquí trabajamos, para la inclusión. No obstante, la cicatriz permanecerá:

“Cicatriz” (Tanya de Fonz)

Para Carlos Edmundo de Ory
y Laura Lachéroy de Ory

Corro dentro de mí
como judía en el holocausto
como mujer embarazada de Acteal
como niña quemada de Hiroshima
como poeta en el GULAG
corro dentro de mí
me encuentro con otros
que también van corriendo
sin saber a dónde vamos
a dónde acudir
Tanya de Fonz
en dónde guarecer nuestras manos
nuestra boca desdentada
nuestros cuerpos hechos hilo
corremos dentro de nosotros
somos nosotros mismos quienes nos perseguimos
no nos alcanzamos
cuando nos alcanzamos
ya estamos a un paso de ser nuevamente polvo
cicatriz del alba
cicatriz del tiempo
cicatriz de siglos
Cicatriz encerrada
clausurada
cicatriz en la mejilla
golpeada
de Dios.


Depende de todos que cicatrice antes o después.