domingo, 13 de abril de 2014

La mujer loca de Millás

El pasado mes, en marzo, Juan José Millás publicó su último libro: La mujer loca. “Una novela que miente, una novela de verdad” presenta la banda roja de la editorial Seix Barral. Y es eso: un diálogo de inquietudes gramaticovitales entre la protagonista, Julia, y el doppelgänger (desdoblamiento) de Millás, el autor, narrador y paciente.

La novela es complejamente sencilla, como su autor. El tema (la originalidad de la falsedad, y viceversa), el contenido, es abstracto, filosófico, por momentos paranoico; ahora bien, la sintaxis (o mejor, la metasintaxis), la forma, es tan clara, tan espontáneamente perfecta, tan Millás (se podría decir ya, creando merecidamente un estilo propio), que facilita al lector la comprensión y el seguimiento del desnudado nudo que la literatura deshace de la locura.


En primer lugar y siempre en tercera persona, Julia opera la lengua. Esta joven pescadera estudia gramática para tener algo en común con su jefe, que es filólogo. En su habitación de alquiler dialoga con palabras que, por la voz corrida, se le presentan para pedirle remedio. El surrealismo de la escena se realiza (es decir, se concreta tangencialmente) mediante unos diálogos teórico-prácticos riquísimos, sobre la lengua y la vida. Algunas explicaciones servirían perfectamente para acercar a los más pequeños conceptos de lo más adultos. Por ejemplo, veamos un fragmento del diálogo entre una frase y Julia que define lo que es un “sustantivo” (muchas gramáticas deberían aprender) en una de sus alucinaciones verbales:

‒¿Qué es un sustantivo? ‒preguntó la frase.
‒Mira a tu alrededor […] y dime qué ves.
‒Una mesa.
‒Pues «mesa» es un sustantivo. ¿Qué más?
‒Un libro.
‒Pues «libro» es un sustantivo. ¿Qué más?
‒Una lámpara.
‒Pues «lámpara» es un sustantivo.
‒¿Entonces […], todas las cosas que veo a mi alrededor son sustantivos?
‒Así es, amiga. Sustantivos o nombres, se dice de las dos formas.

Y esas “dos formas” adelantan al Millás de acá y al Millás de allá que se enfrentará a su psicoanalista, Micaela, a una enferma terminal, Emérita, y a una historia real pero inverosímil, falsa pero verosímil, encarnada por personas porquesíes y porquenoes: “dos formas” de ser y estar.

Emérita retoma a Carlos Santos, el protagonista del reportaje sobre la eutanasia que en 2010 Millás publicó en El País. La relación entre la enferma y el periodista deja de ser una excusa para interesarse por Julia, la mujer loca, a medida que entre ellos se gesta una familia, falsa, pero verdadera.

A lo largo de las 238 páginas se juega con el lenguaje y la realidad, a través de guiños que recuerdan a la (defendida por muchos) causa de la crisis («estás respirando por encima de tus necesidades»), a la obra de Michel Foucault («No entiendo bien lo que ocurre entre las palabras y las cosas»), al debate sobre el género y el sexo («los sustantivos […] no tienen sexo, tienen género, que no es exactamente lo mismo», a su monólogo protagonizado por Juan Diego («la lengua madre») o incluso a la reciente Operación Palace de Jordi Évole («Hay reportajes falsos mejores que los verdaderos»). Del mismo modo, Millás nos regala símiles y sentencias sencillas que explican temas complejos:

«De lo primero que se quita la gente en las crisis es de la filología y del marisco».

«eres escritor […] porque las cosas raras te parecen normales y las normales, raras».

«El fin de la meditación es la conquista del silencio. El silencio es el único fenómeno de este mundo que carece de gramática».

Además, se diserta sobre temas clásicos como el amor o la muerte. Esta última, al fin y al cabo (como diría el maestro Joaquín Sabina), “es solo la suerte con una letra cambiada”.

Juan José Millás

            El Diario de la vejez de Millás que se intercala entre los veinte capítulos homenajea los articuentos que, como Gómez de la Serna hizo con la greguería, crea Millás; no de forma casual, pues, como él mismo dice: «las casualidades, había leído en un libro de marxismo, son en realidad necesidades de carácter histórico».

¿“El mundo es buena” es una oración correcta? Obviamente no. Falla la concordancia entre el sujeto (“mundo”) y el atributo (“buena”). Sin embargo “El mundo es buena” es totalmente gramatical. Y además, es real y cierta. El mundo (premio planeta en 2007), por citar alguna novela de Millás, es lectura obligada para conocer y entender la literatura española actual; pero, mejor aún, en mi opinión es La mujer loca, por tres motivos que en estas líneas he tratado de justificar: su actualidad, su realidad y su imaginación.

Mañana, lunes 14 de abril, comienza el Club de lectura de Juan José Millás vía Facebook. Además, el programa “Página 2” y la Cadena Ser, entre otros, han presentado recientemente La mujer loca de Millás:


            Vemos pues que La mujer loca es una novela (por Julia) al estilo del reportaje (por Emérita) que caracteriza a Millás (por el costado autobiográfico). Esta tríada millesca se puede equiparar a El Quijote: por sus constantes reflexiones metaliterarias sobre el género, por la cordura en la locura de la protagonista y por el juego de autor, narrador y personaje: Miguel de Cervantes, Cide Hamete Benengeli y don Quijote encarnados triplemente en Millás.

¿Acaso no es el lenguaje el que nos acerca la realidad? Si es que esta última (o deberíamos decir primera) existe, pues a medida que lees La mujer loca dudas de aspectos hasta entonces indudables. Quizá sea esta la principal riqueza del texto: sugerir preguntas.

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