A finales de diciembre compré por
internet, en www.fnac.es, unos micrófonos para
el videojuego Singstar. Nunca llegaron.
Es por eso que critico a Fnac: no a la tienda física, sino a la online.
¿Qué cara se le quedó a mi hermano
cuando vio que los reyes magos no le habían traído los micrófonos para poder
estrenar el Singstar? Seguramente la misma que antes de verlo (o de no verlos).
Pero eso no es lo importante. Lo feo es el trato. En todo momento aseguraron
que el envío estaba siendo tramitado... Pero a esa pasiva siempre le faltó el
agente. De ahí que cuente el caso: por si alguien tiene dudas de comprar a
través de la web de Fnac.
Después
de semanas de quejas y reclamaciones por correo electrónico, no hubo manera de
conseguir los dichosos micrófonos. El videojuego sí que llegó. A los tres días,
tal como prometían a la hora del encargo. Mientras esperábamos para cantar
vimos que había una aplicación para usar el teléfono móvil de micrófono. La
descargamos enseguida. No funciona. Ya me cansé. Le envié un último correo a clientes@fnac.es anulando la compra y
advirtiendo de que llevaría a cabo las denuncias oportunas (espero que sean algo más que esta entrada de blog). Así pues, intenté comprar los micrófonos en
algún otro sitio, pero era imposible. No se vendían. Finalmente la única
posibilidad fue hacerme a finales de enero de 2015 con un pack televisivo (que
traía un vale para canjearlo en Disneyland París hasta 2009 y que regalaba los
micrófonos, no los inalámbricos que buscaba, pero micrófonos al fin y al cabo).
Después de esto, dejaré de ser socio Fnac
y estaré más convencido del daño de la ley mordaza.
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