
Pedro y el capitán es la historia de un
torturador y un torturado, por lo que no nos sorprendió ver el tinglado que el
PP había montado en la Casa de la Cultura de El Campello. La obra (programada a las 20:00, pero atrasada, misteriosamente, a las 20:30) se escenificó
en la Sala Enric Valor y el mitin en el Teatro-Auditorio “Pedro Vaello” (frente
al patio en el que se disponía una suculenta picaeta).
Pero
estamos aquí para defender la cultura, y Sergio Sempere y Ángel Romero lo
consiguieron; pese al calor, pese a los móviles que constantemente sonaban y
vibraban (aun cuando se advirtió que lo apagáramos) y pese a trasiegos
inoportunos del público. Pésele a quien le pese, lo que dirige Victoria Guillén
(respetando el texto original del uruguayo) está a la orden del día.
Torturadores y torturados se relacionan, dialogan, sudan, se miran y viven,
incluso muertos.

El
escenario es el que acota Benedetti en Pedro
y el Capitán (1979 –digitalizado, como la mayoría de sus textos en la Editorial Sudamericana−:
Escenario despejado: una silla, una mesa, un sillón
de hamaca o de balance. Sobre la mesa hay un teléfono. En una de las paredes,
un lavabo, con jabón, vaso, toalla, etcétera. Ventana alta, con rejas. No debe
dar, sin embargo, la impresión de una celda, sino de una sala de
interrogatorios.
No
obstante, en lugar de lavabo, hay una radio, que distorsiona la voz de la
realidad, del exterior, de la vida.
Los
textos teatrales pueden leerse, pero realmente se aprecian en el escenario. El viernes
12 de junio podremos disfrutar de nuevo del Arte dramático en el Teatro
Arniches de Alicante.
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