sábado, 13 de junio de 2015

Mario Vargas Llosa y Javier Cercas: el oficio de escribir

El oficio de escribir lo defendieron y lo definieron Vargas Llosa y Javier Cercas este viernes en el ADDA. El ciclo de conversaciones que viene organizando el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert durante estos cuatro años tuvo como colofón un cartel que reunió a más de mil personas.

         Un par de horas antes de que empezara el acto, un par de señoras repartían números (que iban recortando al momento) para formar la cola. Faltó papel.
         Pilar Reyes, directora de la editorial Alfaguara, moderaba la conversación entre Cercas y Vargas. Javier Cercas explicó su relación con Vargas Llosa, a raíz sobre todo del éxito de su novela Soldados de Salamina, la cual el peruano definió como literatura comprometida. Aunque en un principio esto le horrorizaba a Cercas, reconoce que sirve para llenar el tiempo, para cambiar la percepción del mundo del lector. El último libro de Cercas, El impostor, también incumbe al Nobel, pues la historia de Enric Marco sorprendió a los dos. Vargas Llosa se pregunta al respecto cómo puede un efecto positivo justificar un acto negativo. ¿Es posible que algo tan horrible como la mentira quede en un segundo plano cuando se defiende algo como la memoria histórica?
         La novela atiende a distintos parámetros según el autor y el lector. Incluso podríamos considerar a un tercero, que sería el texto. Para Vargas Llosa la novela acierta cuando las obsesiones personales del autor y las obsesiones de los lectores coinciden. Ahora bien, según Cercas: si hay dos novelas con las mismas reglas, una es mala.
         El humor, como en sus libros, también estuvo presente. Vargas Llosa considera que las novelas de Sartre son malas porque no podían abandonar la inteligencia. Y es que si prima la inteligencia, sin dejarse llevar por los instintos y el subconsciente que esquiva la razón de quien escribe, la novela no aporta más que filosofía (lo cual, sin duda, no es poco).
         Para Cercas, este desdoblamiento entre el autor de novelas y de artículos o ensayos lo encarna Vargas Llosa. Según el de Gerona, el novelista sabotea al ensayista. Le demuestra, con sus mismas armas (el lenguaje), que la razón se desarticula con la ficción.
         Los personajes preferidos de ambos son el sargento Lituma (que siempre se ofrece a Vargas) y Conchi (la pitonisa de la TV de Gerona que, en realidad, le denunció a Cercas).
         Escribir es un logro para estos afortunados, pero también implica un riesgo, un sufrimiento; de ahí que Cercas entienda que Juan Rulfo, por ejemplo, dejara de escribir tras Pedro Páramo.


         Uno cautiva por su voz, su humor, su pausa, su postura y su presencia. Otro impacta por su fuerza, su reflexión, su claridad, su inteligencia y su realidad. El primero es un grande. El segundo también, y todavía puede serlo aún más.


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