lunes, 28 de septiembre de 2015

Irrational Man: una película nunca vista

Normalmente hablamos de una película porque antes la hemos visto. En este caso no es así[1]. Irrational Man (2015) no se estrenará en México hasta el 18 de diciembre. Yo regresaré a España tres días antes, cuando seguramente ya no esté en cartelera y tenga que esperar al DVD; por tanto, como protesta y como espera y experimento crítico de las reseñas, hablaré de la nueva película de Woody Allen desde el lado más irracional, teniendo en cuenta la atracción que siento y que ya desde este fin de semana se puede sentir en España.

            Según las películas que he visto del genio de Brooklyn y teniendo en cuenta los mínimos comentarios que he leído sobre Irrational Man, llego a la conclusión-al punto de partida de que la película no deja indiferente a nadie, cuenta con un reparto del más alto nivel (con Joaquin Phoenix y Emma Stone como protagonistas), mostrando y contagiando esas ganas de trabajar con el director de cine que alcanza ya ochenta años y ochenta títulos, tal como viene en el número de CINEMANÍA de este mes.
            Uno puede sentarse en la butaca del cine sin necesidad de palomitas u otros accesorios que le recuerden que se encuentra en el cine. En cuanto nos cercioremos de que la sala está casi vacía y aparezcan los créditos con la tipografía Allen (creo que no se llama exactamente así) uno se traslada al espacio (junto al mar), al tiempo (el que vivimos) y al conflicto (nosotros). Esas tres variantes giran en cualquier película que se precie, más si habla de los problemas que la parte menos doméstica del ser humano nos causa.
            Cuando actuamos inconscientemente, y los sueños (si los recordamos) son prueba de ello, desnudamos una ristra de verdades que creíamos mentiras, una pila de libros que olvidamos, un ajuar de bodas que nunca merecimos, una bondad inhóspita donde nos recluimos. Todas estas palabras quizá no digan mucho sobre la última película de Woody Allen. Quizá escribir sobre lo no visto sea un error y una tontería (aunque no todos los fallos son inútiles). Pero si no pensamos ahora en lo desconocido, ¿cuándo lo haremos?


            Una película más, pero no una película cualquiera más. Realmente merece la pena que nos cuente de otro modo la historia de siempre. Amor, muerte y cuestionamientos vitales tejen un triángulo entre los diálogos (fantásticamente reales), la fotografía (de película) y la música (pulsión externa) de tres actores que conjugan el séptimo arte, la comedia del pesimismo y el primero de los cineastas vivos. Ojalá por mucho tiempo. No duden, vayan a verla. Yo lo haré cuando pueda.



[1] Siento el tiempo que pueda hacer perder a quien realmente quiera saber algo certificado o certificable sobre Irrational Man. Las siguientes palabras son fruto de la rabia del desconocimiento y de la duda de si, una vez vista la película y releído tal texto, la intuición se ajustará a la experiencia.

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