Normalmente
hablamos de una película porque antes la hemos visto. En este caso no es así[1]. Irrational Man (2015) no se estrenará en
México hasta el 18 de diciembre. Yo regresaré a España tres días antes, cuando
seguramente ya no esté en cartelera y tenga que esperar al DVD; por tanto, como
protesta y como espera y experimento crítico de las reseñas, hablaré de la nueva
película de Woody Allen desde el lado más irracional, teniendo en cuenta la
atracción que siento y que ya desde este fin de semana se puede sentir en
España.
Según las películas que he visto del
genio de Brooklyn y teniendo en cuenta los mínimos comentarios que he leído
sobre Irrational Man, llego a la
conclusión-al punto de partida de que la película no deja indiferente a nadie,
cuenta con un reparto del más alto nivel (con Joaquin Phoenix y Emma Stone como
protagonistas), mostrando y contagiando esas ganas de trabajar con el director
de cine que alcanza ya ochenta años y ochenta títulos, tal como viene en el
número de CINEMANÍA de este mes.
Uno puede sentarse en la butaca del
cine sin necesidad de palomitas u otros accesorios que le recuerden que se
encuentra en el cine. En cuanto nos cercioremos de que la sala está casi vacía y aparezcan los créditos con la tipografía Allen
(creo que no se llama exactamente así) uno se traslada al espacio (junto al
mar), al tiempo (el que vivimos) y al conflicto (nosotros). Esas tres variantes
giran en cualquier película que se precie, más si habla de los problemas que la
parte menos doméstica del ser humano nos causa.
Cuando actuamos inconscientemente, y
los sueños (si los recordamos) son prueba de ello, desnudamos una ristra de
verdades que creíamos mentiras, una pila de libros que olvidamos, un ajuar de
bodas que nunca merecimos, una bondad inhóspita donde nos recluimos. Todas
estas palabras quizá no digan mucho sobre la última película de Woody Allen. Quizá
escribir sobre lo no visto sea un error y una tontería (aunque no todos los
fallos son inútiles). Pero si no pensamos ahora en lo desconocido, ¿cuándo lo
haremos?
Una película más, pero no una
película cualquiera más. Realmente merece la pena que nos cuente de otro modo
la historia de siempre. Amor, muerte y cuestionamientos vitales tejen un
triángulo entre los diálogos (fantásticamente reales), la fotografía (de
película) y la música (pulsión externa) de tres actores que conjugan el séptimo
arte, la comedia del pesimismo y el primero de los cineastas vivos. Ojalá por
mucho tiempo. No duden, vayan a verla. Yo lo haré cuando pueda.
[1] Siento el tiempo que pueda hacer perder
a quien realmente quiera saber algo certificado o certificable sobre Irrational Man. Las siguientes palabras
son fruto de la rabia del desconocimiento y de la duda de si, una vez vista la
película y releído tal texto, la intuición se ajustará a la experiencia.
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