Ana Draghia presentará su novela Tan nosotros (HarperCollins, 2016) el miércoles 25 a las 17 h. en la
Facultad de Educación de la Universidad de Alicante, con motivo de la Semana del Libro. La amistad, el amor, la soledad y el futuro están presentes en el
primero de muchos libros: finalista del IV Premio Internacional de Novela
Romántica HQÑ.
El principio de los treinta y cuatro
capítulos puede enseñarnos cómo se cuenta una historia (echa un vistazo en Amazon). Lo hace desde el erotismo de unos pies desnudos frente
al ventilador. Esos pies descalzos que caminan resuelven el estigma de la novela
romántica y superan los estereotipos de la joven sumisa y enamoradiza. En este
arranque los roles de género se intercambian y la protagonista, Danielle, es siempre
ella, independientemente del plural de otras personas. El enfermero Eric o la
sorpresa de Álex (en el capítulo 14, el más desternillante) van desplegando las
voces de diálogos naturales y hondamente conseguidos en un ambiente
cercano, universitario, donde la comida va ofreciendo distintos placeres y
sinsabores. Los micromachismos quedan expuestos con ese humor ácido e
inteligente que caracteriza a Draghia:
–Deberías tomártelo como
un cumplido –me dijo Eric mientras intentaba hacer pasar el polo por su
garganta bebiendo agua.
–¡Lo intento! –expuse, y,
adoptando una expresión dramática, miré a Ricardo–. Pero me siento violentada –recité,
recordando uno de los diálogos de la telenovela de los domingos por la tarde
(14).
El mérito de este
libro, me parece, es la creación de una voz propositiva y rigurosa para un
género literario tan exitoso. El tema va más allá del amor y repiensa la
búsqueda de una pareja en esta edad crucial para el devenir y la instalación de
la soltería. La intertextualidad que la autora estudia como investigadora deja
fluir guiños a diversas artes como la música o la pintura. Sabemos qué escucha
o crea en su atelier por las sonoras y plásticas descripciones del espacio y el
tiempo. Más lo primero que lo segundo, pues priman las coordenadas del cuerpo,
de la pasión, y no tanto las de la mente, memoria, razón. El sexo, sin embargo,
crece por las palabras precisas y los silencios que, lejos de distanciar el
contacto, acrecientan la relación sincera. Volar es un verbo que se repite en
todas sus acepciones: «–Todos tenemos que volar en algún momento. Es inevitable
–concluí» (108); y es inevitable, y qué bueno que así sea, pensar en El lado oscuro del corazón.
La
cercanía de la primera persona de tan pulcra edición conecta con quien lee
hasta el punto de aludirse de manera metatextual: «no tuve ningún problema en
enviarle el anterior mensaje del que os he hablado» (155). El pacto ya es mutuo
y no sorprende este trato (aparentemente) espontáneo. Ahí está la clave: contar y fluir sin que se adviertan los andamios que sostienen el
texto. Otro ejemplo de dicho talento natural viene en el cruce de
conversaciones donde la enunciación ensalza lo coloquial: «mi amigo barra amor»
(161). En este sentido, las redes tan presentes en el libro permiten recrear y
engranar conversaciones que se superponen y aclaran, paradójicamente, la
atmósfera; gracias también al ritmo preciso de los tonos conversacionales.
Además de la ropa, el espacio urbano ubica verosímilmente a los personajes en
la calle Óscar Esplá, 16. La curiosidad nos hace completar el significado de
cada detalle, de cada lectura.
Las
escenas se hilvanan también a través del contraste. En el intervalo, lo trágico
acrecienta lo cómico, y viceversa; como comparaciones del tipo de: «A Felipe
eso le importaba tanto como a mí la procedencia de los kiwis» (186) o «teniendo
en común lo mismo que el Papa de Roma y el vocalista de Calle 13» (219). No obstante, el mensaje de Tan nosotros se puede resumir en dos frases: «te quiero demasiado
como para no estropearlo» (205) y «Te quiero demasiado como para no intentarlo»
(206).
Ana Draghia pone mucho amor en todo lo
que hace y contagia su risa. Hay que escucharla en todas sus formas. Por lo que enseña, siempre, como poeta y amiga, le
agradezco que sea, que esté y que escriba «en los tiempos del hashtag». Y que me invite a acompañarla con esta
presentación en su alma mater.
Eres único. Y ya está.
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