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Corral de Comedias |
El pasado viernes medio
planeta se sentaba frente al televisor para ver y oír (curiosamente en francés)
una ceremonia espectacular. Y digo espectacular porque los actos previos al
comienzo de los Juegos Olímpicos de Londres (aunque, ¡qué paradoja!: el día de
antes ya compitieron algunas disciplinas ‒como la desafortunada selección de
fútbol‒) tiene, además de la semejanza que presentan sendos membretes
(Prelopismo & Preolimpismo), rasgos comunes con la farándula y la
parafernalia que precedieron al teatro aurisecular del gran Lope de Vega.
Y
es que, tal y como sucedió hace 500 años, la antesala del certamen deportivo
más importante del mundo se llenó de luz, color, música, actuaciones, ensayos,
vestuario, público… y críticas; pues ambos eventos (Prelopismo &
Preolimpismo) son de indudable interés social. ¿Qué te parece la ropa de la
delegación mexicana durante el desfile? ¿Por qué el sistema sanitario cobró
tanta importancia? ¿Faltaron los Rolling Stones? ¿Cómo ves el pebetero?... son
algunas de los temas que más interés despertaron entre los seguidores de
twitter: una de las plataformas más en boga que, sin duda, distingue de forma
diáfana épocas tan lejanas, ya que las redes sociales han relegado la interacción
entre el público de tan variada índole que asistía a las obras de Torres
Naharro, Gil Vicente, Juan de la Cueva o Lope de Rueda. Muchos de estos imborrables
nombres de nuestra historia fueron pioneros en instaurar el género de comedia,
la separación de las obras teatrales en actos, las técnicas de representación,
los primeros esbozos de efectos ‒espaciales más que especiales‒. Del mismo modo
que el británico Danny Boyle (director y productor de cine) innovó una nueva
forma de mezclar una película con una actuación en vivo: el verosímil descenso
de la reina en paracaídas, la carrera de Mr Bean mientras se quedaba dormido
tocando el piano o los guiños a la literatura infantil y a la inconfundible
música británica servían de prólogo para algo grande, muy grande. Pues, ahora
mismo ¿hay algo que pueda unirnos a todos, arrinconando por un momento la prima
de riesgo, el fraude electoral o la guerra siria?
Es triste, pero a veces
los espectáculos (como ocurría tras la Edad Media y ahora) sirven para desprendernos
de la porquería que nos rodea. El teatro prelopista fue el inicio del más
valioso talento del que, hasta ahora (exceptuando al genio de Cervantes), ha
gozado nuestra cultura; mientras que el preolimpismo ‒es decir, lo que antecede
a los Juegos Olímpicos‒ será lo último antes de la gran catástrofe mundial que
pronosticaron antiguas civilizaciones. Hasta entonces, yo me quedo con la magia
que comparten ambos escenarios.
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