martes, 19 de agosto de 2014

XXXIII Semana de Cine de Villena



En la Casa de la cultura de Villena se está celebrando la XXXIII Semana de Cine ‒aunque son casi dos semanas (del 9 al 21 de agosto)‒. Tres pases diarios ofrecen películas de todos los géneros y para todos los públicos, además de seis cortos que se proyectan aleatoriamente antes de los largos. A continuación, comentaremos tres de ellas: El abuelo que saltó por la ventana y se largó, del sueco Felix Herngren; 10.000 km., del español Carlos Marques Marcet; y Violette, del francés Martin Provost.


Las entradas cuestan 6 € para adultos, 4 € para niños (hasta 12 años) y 5 € con Carné joven. Se ofrecen abonos de ocho tiques por 32 € (a 4 € cada uno), pero solo pueden canjearse dos por sesión. Estas son sin numerar y albergan estrenos en la ciudad, y recientemente proyectadas exteriormente.

Estas son las dieciséis películas que se vienen proyectando:

1.- El abuelo que saltó por la ventana y se largó, de Felix Herngren (Suecia).
2.- A 20 pasos de la fama, de Morgan Neville (USA).
3.- Al filo del mañana, de Doug Liman (USA).
4.- Joven y bonita, de François Ozon (Francia).
5.- 10.000 km., de Carlos Marques Marcet (España).
6.- Tarzán, de Reinhard Kloosh (Alemania).
7.- Nueva vida en Nueva York, de Cédric Klapisch (Francia).
8.- El secreto del cofre de Midas, de Jonathan Newman (UK).
9.- Madre e hijo, de Calin Peter Netzer (Rumanía).
10.- Viva la libertá, de Roberto Andó (Italia).
11.- Campanilla, hadas y piratas, de Peggy Holmes (USA).
12.- Tren de noche a Lisboa, de Bille August (Alemania-Suiza).
13.- Violette, de Martin Provost (Francia).
14.- Crónicas diplomáticas, de Bertrand Tavernier (Francia).
15.- Días de Vinilo, de Gabriel Nesci (Argentina).
16.- Aviones: equipo de rescate, de Roberts Gannaway (USA).

El abuelo que saltó por la ventana y se largó (2013) es una adaptación de la novela de la novela de Jonas Jonasson. Hay pocos casos en los que la película supera al libro. Este no es uno de ellos. Al terminar la película de Felix Herngren uno puede tener la sensación de que lo que leyó no era tan bueno como creyó en un primer momento; y ese es el principal riesgo que se corre al adaptar la literatura al cine. No obstante, es recomendable ir a verla si nos apetece echarnos unas risas viendo al tierno y a la vez peligroso Allan Karlsson: un centenario que recuerda su larga y variada vida a la vez que vive una de sus últimas y disparatadas aventuras.

Con 10.000 km. (2014) sí que experimenté la empatía cinematográfica: quizá porque me identifiqué con los actores (los dos únicos que aparecen: Natalia Tena y David Verdaguer), porque el tema (la relación a distancia) lo he vivido, porque me cautivaron las primeras escenas (qué digo las primeras, la primera, que dura más de 5 minutos, sin cortes) o porque introducía algo nuevo “que no sé lo que es pero que es lo más importante en el arte”. Para Joaquín Sabina:

la poesía, en los mejores casos, no es una cosa premeditada, sino que viene además de. Los pintores y los cineastas... en sus canciones dicen que lo que buscan en sus cuadros y en sus películas es una gota de poesía: eso que no nadie sabe lo que es, pero que es lo más importante.

Así podríamos definir esta película: algo aburrida, desesperante... (como la vida de una pareja distante), pero conmovedora, a través de la pantalla. Los nuevos recursos se explotan al máximo: la comunicación se establece por Skype generalmente, pero también llama la atención el uso tan cotidiano de WathsApp o Facebook. Las cámaras reflejan lo que la webcam refleja, a modo de espejo turbio. Hacen algo para muchos barato, como ocurrió con Buried (enterrado) hace cuatro años, pero magistral, totalmente rompedor: y las películas así hay que verlas.

En cuanto a Violette (2013) la empatía cobra sentido: el espectador siente el desamparo, la soledad y la bastardía de Violette Leduc (1907-1972) en relación con el feminismo incipiente de la pionera Simone de Beauvoir (1908-1986). La delimitación por capítulos, a modo de diario (al igual que en 10.000 km. ‒donde algunos fragmentos duran mucho y otros apenas una imagen, como los recuerdos)‒ enfoca la historia, la real y la ficticia, en un momento o en un personaje determinado. La escritura como necesidad vital para el desarrollo humano de sus fobias y libertades (en ese orden) se defienden en esta película, donde una escena muestra la pasividad que durante tanto tiempo la sociedad le causó a la mujer: Violette, sentada en la barra de una cafetería, habla con Simone por teléfono; discuten, se sinceran y cuelgan; al salir Violette vemos a una anciana impertérrita que la sigue visualmente, tan campante, mientras le da un trago a su licor.

En definitiva, escribamos: ya sea nuestra vida, para relacionarnos o para vivir. ¡Larga vida a propuestas de este tipo: que el cine atraiga a una población de más de 40.000 habitantes, huérfanos de salas; y que cada quien pueda elegir qué ver!

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