lunes, 7 de diciembre de 2015

Aislados, de Cecilia Eudave

Aislados
La realidad es relativa, y hay muchas
Cecilia Eudave

Cecilia Eudave (Guadalajara, 1968) acaba de publicar su novela Aislados (Puck Mix, 2015): una red de improperios que nos hacen pensar en la sociedad actual desde la soledad de quien lee.

            Hace una semana la Feria Internacional de Guadalajara congregaba a los lectores de Eudave en la Editorial Urano. Antes, junto a Karen Chacek y Verónica Flores, Aislados nos unía, abriendo la colección Puck México para jóvenes. Como ya apuntan muchos en las redes sociales, es una novela que se lee sola. Como buena narración, nos atrae desde la primera frase: «−¿Cómo que se te perdió tu madre?» (11). Los diálogos recrean el habla adolescente. Sus protagonistas son de esta edad. No obstante, pese a que se etiqueta como una novela juvenil, creo que es una novela que los quinceañeros (como futuros adultos) deberían leer. Es decir, lo que se cuenta gira en torno a las actuales costumbres y formas de «relacionarse» de estas prolongaciones de los teléfonos «inteligentes». 1984 de George Orwell ya llegó: «ojos vacíos que registran la desventura, que miran todo desde la distancia de una pantalla» (53-54).
Cecilia Eudave firma Aislados en la FIL
            Una familia sufre una serie (casi infinita) de desgracias, pues «la tragedia es como la humedad. Sí, llega despacio tras haberse filtrado por los cimientos más firmes» (12). Muchos de estos conflictos son causados por la estigmatización de las redes sociales. Esta nueva forma de comunicación es un personaje más de esta historia. También lo es la madre de los hermanos, quien, en su desconexión, conecta las distintas formas de afrontar los problemas y los casos que no lo son tanto. Cada protagonista evoluciona a lo largo del relato. También lo hacemos nosotros empatizando, por ejemplo, con el policía: un secundario que nos enternece y contrasta con los prejuicios. Estos últimos, tan presentes desde los jóvenes, quedan retratados para su olvido. La catarsis es una virtud.
            Además de la novela de Orwell, Aislados reúne a varios personajes de la soledad universal. Desde El Infierno de Dante a El abismo de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, hasta el Gabriel Guía en La Tumba de José Agustín, pasando por el centenario Gregorio Samsa de Kafka o los últimos hikikomoris, la narradora y ensayista tapatía nos cuenta las distintas formas de enfrentarnos a la realidad. «Virtual o no, la realidad agota, estresa y cansa» (117). Así lo concentra la novela en forma de poema (158), renovando quizá la literatura de la Onda que acuñó Margo Glantz en una escritura (red)onda donde Internet nos espacia. Carmen Alemany habla de Eudave como «inusual»: aquella realidad que se contrapone o se enriquece con lo fantástico, creando la duda. Al leer lo que nos cuenta Eudave en Bestiaria vida (2008), Para viajeros improbables (2011) o En primera persona (2014), nos inquieta que los objetos cobren vida, por ejemplo; sin embargo, en Aislados todo es veraz. El texto nos lo explica o nos lo apunta, dándonos las armas para completar una historia que nos es común.

Karen Chacek, Cecilia Eudave y Verónica Flores
            Hay una palabra en Aislados que quien lee puede exclamar tras cada uno de estos breves capítulos: «Uta» (119). Aparece a mitad del texto en boca de Pedro, el protagonista, tras el monólogo de Segismundo. ¿Qué conexión pueden tener estos hechos, aparentemente, aislados? Uta; de forma breve, coloquial, directa y sorprendente exclamamos, una vez más, al leer a Cecilia Eudave. 

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