Hace unos meses,
en la XV Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México,
Paola Tinoco presentó su antología de microrrelato Mexicanos en una nuez (Hormiga Iracunda, 2013). Se terminó de
imprimir hace ya dos años, pero sigue encerrando muchas novedades. Estos días
se destapa en la FIL de Guadalajara.
Jorge F. Hernández, Ana Clavel,
Alberto Chimal, José Luis Zárate, Erika Mergruen, Rogelio Guedea, Luisa Reyes
Retana, Ashauri López, Élmer Mendoza y Bibiana Camacho presentan, cada quien,
tres relatos en esta cápsula de la palabra y la imagen. (Nota al hambriento: La
imagen no se ve si no se abre).
Sorprende, una vez más, lo que hace
Alberto Chimal. En «Tresenrama» el texto se dispone en celdas, a modo de
tablero blanquinegro. La lectura se mueve, partiendo de lo vertical.
José Luis Zárate condensa lo
fantástico en «Libros»: «Sólo podía leer libros de horror con los ojos cerrados»
(31). Rogelio Guedea, por su parte, describe lo absurdo de nuestros
comportamientos; mientras que Ashauri López lanza tuits que atentan contra la
realidad, todavía cruda. El texto «Callejón sin salida», de Élmer Mendoza, es
solo una palabra. Pero no la diremos aquí, vang a tener que leerla ustedes si
quieren saber cómo, junto al resto, existen nuevas formas de hablar de los
temas que nos rodean e inquietan.
Igual que Alfonso Reyes en su
Capilla Alfonsina, el microrrelato viaja en un pesero lleno de gente que lee y
escribe; no siempre en orden.
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