viernes, 15 de enero de 2016

Anfitrión de una derrota infinita: Joaquín Juan Penalva

A veces,
el monólogo
de un loco
puede ser
el camino más directo
hacia la verdad.
Joaquín Juan Penalva («Biogibliografía», p. 36)

Escribo para recordar

lo que he leído…

lo que he visto…

lo que he sido.
Joaquín Juan Penalva («Ars longa…», p. 50)

Anfitriones de una derrota infinita (Huerga y Fierro, 2015) es el poemario que acaba de publicar Joaquín Juan Penalva (Novelda, Alicante, 1976): un collage de emociones y reflexiones que colorean la grisura perdida y la inefable pérdida.

            «¡Qué título!», exclama el librero cuando le pregunto por el nuevo poemario de Joaquín. «Muy bueno», añade pensativo. Compartiría lo que dice horas después, tras leerlo en el tren. Este medio de transporte es el más poético. Ni el camión, ni el torpedo: el tren y sus hermanos menores acogen lo que el ser humano versifica desde la soledad, desde el lugar que comparten los forasteros que se acercan a la nostalgia clásica de saber que «cualquier tiempo pasado fue mejor».
Joaquín Juan Penalva
            Estos «ejemplares póstumos de una raza de hierro más perdurable y digna que los hombres» (que diría Vicente Quirarte) son el origen de la poesía del noveldense. Así lo muestra «Desde el tren», observando el otro lado oxidado y reviviendo sus «historias» (29). Estos «sucios trenes» no van hacia el norte (como ocurría en otro Joaquín, también poeta), sino hacia la postal del tranvía que aparece en «Siempre Lisboa» (27) y «En mi ciudad blanca» (26).
            Las referencias a [Fernando] Pessoa, Ángel González, Antonio Segura o [Miguel Ángel] Lozano homenajean a las letras que anteceden las que ahora nos esperan como «Anfitriones de una derrota infinita».
            Si tuviéramos que destacar unos versos de estos Anfitriones…, además de los que vienen el epígrafe de esta lectura, serían los que aparecen en la cubierta (de Yolanda Parra a partir de un dibujo de Fernando Vicente), repartidos en pósits (como esa costumbre que tenía el poeta durante los últimos años en los múltiples encuentros poéticos que organizaba en el Instituto Juan Gil-Albert). Estas hojitas fosforescentes (versos) sobre el texto blanquinegro (la vida) nos rodean, infinita mente; «Recortes de vida»:

A veces encuentro
recortes
de periódico
sobre algo que ya escribí
sobre algo que pensaba escribir,
sobre algo que me interesó
y ahora ya no recuerdo por qué.

Los releo,
los recuerdo,
los destruyo…
Es la vida, me digo,
nada sobrevive a todo (48).

            Hay que agradecer que Joaquín Juan Penalva cuide el lenguaje, que lo haga suyo y diga lo máximo con lo mínimo. La brevedad, la concisión y la comprensión (como germen de las muchas interpretaciones) obliga a leerlo, una vez más, escuchándolo y siguiendo sus diversos tonos.
Hace unas semanas el autor presentó su nuevo libro en el vestíbulo del Teatro Castelar de Elda, junto a Alejandro Jacobo. También recitó sus versos en la librería Pynchon&Co, donde se puede conseguir el poemario. Ahora nosotros tenemos la oportunidad de aprehenderlo y disfrutar de esa «dualidad de poeta y de sensible cinéfilo», palabras con las que Juan Lozano reseña tal victoria en La Galla Ciencia.
El horizonte es un derrotero vencido por el sol. La poesía de Joaquín (nos) ilumina desde distintos puntos que tienen en común la tristeza de saber que esta existe y que es necesaria.
El jueves 3 de marzo de 2016 el autor presentará su poemario en el I Festival Internacional de Poesía "Benidorm y Costa Blanca". ¿Aceptamos la derrota?

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