La inedición de un poeta |
Qué tonto debo parecerle
a la gente que se burla
cuando me ve hablar a las palomas.
Amalio Gran
Amalio Gran es un poeta de
Villena. Murió hace diez años. Ahora su familia, sus amigos y sus alumnos
(aunque no dio clase) recuperan su obra y le hacen el mejor homenaje, que es
leerlo.
Hace una semana, a esas horas en
que el sol se pone, la Plaza de Santiago de Villena empezaba a llenarse de
gente. La noche del sábado empezó antes de lo previsto. La alegría por acabar la semana
se juntó con la ilusión por difundir un trabajo de emoción compartida. La
música de los amigos de Amalio, con guitarras españolas y eléctricas, bajos,
cajón flamenco, teclado, platos y armónica, acompañó a los de Villena y
alrededores en unos saludos, seguramente, más cariñosos de lo normal. Era un
día especial. Todos se sentaron en el Salón de actos de la Casa de la Cultura.
Los amigos de Amalio |
Los lectores de Amalio fueron
subiendo al escenario entre nerviosos y felices. Uno de ellos era su hermano,
Alejandro, quien da nombre al mítico bar esquinado del Paseo Chapí. Y digo
esquinado porque durante el tiempo que estuvo abierto solía recibir malas
críticas. Al parecer todo aquello no tenía nada de verdad. Así lo demostraron
el sábado presentando el portal (www.amaliogran.com)
que recoge la vida y la obra de un tímido con poca pinta de escribir, según
dicen los que lo conocieron. Su bigote escondía una historia que fue gestándose,
infra todo, de noche.
Muchas son las personas que se han
dedicado a Amalio, a la poesía y a Villena: la infatigable bibliotecaria Ana
Valdés, su hermano Alejandro García Gran, y sus amigos Carlos Zapater y Rafael
Cantó "Miche", entre otros.
¿Y qué decir de su poesía? No
conocía a Amalio. Sí al bar Alejandro. Estaba en una de las mejores zonas de
Villena y, cuando terminaba la E.S.O., la profesora de literatura era una de
las amantes del arte que compartía historias y lecturas entre esos cristales
opacos. Ahora que llevo una semana leyéndolo y acercándome a su portal, me da
la impresión de que es un poeta de ciudad que hubiera preferido estar en el
campo, un amigo familiar que se expresaba en un rincón. Así lo presentaron: «Amalio
Gran es un poeta inédito. En el doble sentido de la palabra inédito: No
publicado –o apenas publicado– y nuevo. Sí, un poeta nuevo. Sus versos, en
ocasiones duros al desnudar nuestras hipocresías, son reivindicación de un
poeta que quiere ser sobre todo poeta».
Sus poemas son breves y directos.
Gozan de una claridad que, no obstante, te invita a releerlos; a sentir de
nuevo el ritmo y los acentos lentos. Me gustó especialmente ese texto suyo que
empieza diciendo «Hay un roto en mi alma/ que tú no vas a llenar" y
termina, quizá de forma autobiográfica, «Hay un roto en mi alma/ y mi voz no
alcanza el grito».
Como los buenos textos, los de
Amalio surgían en recortes de papeles o servilletas. Seguramente la
espontaneidad fue su fuerza, aunque Ana Valdés explica el proceso de escritura:
un desafío casi hernandiano. Este video nos acerca a Amalio:
«Bajo la lámpara de siempre»
convierte la anáfora y el oxímoron de la tradición en la confesión colectiva de
una nueva época. El poeta pues, imaginando a Amalio, dejó de ser el
protagonista para dejarse llevar por las voces del resto que, sin saberlo, son
la suya.
Me alegra que exista esta poesía en
Villena y que esta gente nos la enseñe.
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