El silencio de la ciudad blanca |
el dolor también une a las personas, tal vez más que
las alegrías
Eva García Sáenz de Urturi (pág.
324)
Hace un par de
meses Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) publicó El silencio de la ciudad blanca (Planeta, 2016):
una historia apasionante de asesinatos con la agilidad y el rigor con los que
ya nos está acostumbrando.
Veamos brevemente algunos rasgos que
convierten a esta novela en un éxito. Además del enigma y la sorpresa de toda
novela negra, el recurso del doble transita entre los capítulos breves y
fechados. La voz narrativa, en primera persona, se sitúa en la actualidad y en
los años setenta. Los personajes encuentran su gemelo al otro lado (¿de qué?): «Me
invitó a sentarme con un gesto, y nuestros reflejos se superpusieron sobre el
cristal de seguridad como un doble holograma» (41). Además, Sáenz de Urturi
(que sea un apellido compuesto es relevante, léanla y lo descubrirán) domina
las redes sociales; y esto se aprecia en las tuits (¿del asesino?) que
introducen los capítulos a modo de epígrafe o exergo.
El lenguaje es plástico y hace de la
descripción un arte (poética): «Tenía la misma barriga que su hijo y una nariz
muy roja tapizada de arañas vasculares» (430). Las «arañas vasculares», más
pasionales que racionales, conectan los detalles (todos significan) de una
trama muy bien trabajada.
La metaliteratura complementa la
historia, siempre verosímil pese a las particularidades de lo narrado: «En
todas las historias hay un planteamiento, un nudo y un desenlace. Un
protagonista, una fuerza antagónica, los aliados, los enemigos, las pruebas...
y un mentor. ¿De qué estoy hablando ahora? ¿Eh, Kraken? ¿De la ficción o de la
realidad?» (42).
Pese a no ser uno de los temas
principales, sorprende cómo el erotismo benedettiano de La saga de los longevos evoluciona a un sexo bukowskiano en El silencio de la ciudad blanca: «Tenía
que ver con volver a despertarme empalmado día sí y día también como un
adolescente, tenía que ver con cascármela en la ducha cada vez que volvía de
correr, valga la redundancia, y sabía que estaba a punto de retomar mis noches
de francotirador sexual en busca de amores de barra. Estaba a dos viernes de
hacerlo y lo sabía» (182). Los silencios y los espacios en blanco son
fundamentales para armar este puzle que tiene piezas de todo tipo.
Vitoria es escenario y personaje. Ahora
bien, no es un lugar común. La cartografía urbana es humana. De ahí que
resulten necesarios los mapas de la ciudad y de la provincia que vienen en las
partes internas de las tapas. Pronto habrá una ruta que homenajee a esta
historia de la Historia, al modo de Lazarillo y Salamanca. La soledad familiar
recuerda, de nuevo, a las relaciones empáticas de la obra previa de la autora
en conjunción con las autobiográficas de la reciente. No obstante, son dos
géneros distintos con un estilo, una voz, únicos.
Beatriz Rucabado informa en El Mundo de este fenómeno: «en la novela se cuela inevitablemente la
realidad social. Así, con un relato en dos tiempos, el presente y los años 70,
la autora pone el foco en la lacra de la violencia de género». Por su parte, Pedro Santos reseña El silencio de la ciudad blanca en El búho entre libros con la siguiente impresión: «Mucho esperaba de esta novela, a la que me apunté
directamente sin tener ni idea de qué trataba ni en qué género estaba
enmarcada. Y he de decir que, pese a las altas expectativas que tenía con ella,
El silencio de la ciudad blanca las
ha superado con creces». Comparto su opinión. Después del éxito de su ópera
prima, La saga de los longevos (La
esfera de los libros, 2012),
Eva García Sáenz ha dejado la Biblioteca de la Universidad de Alicante para
salir más que airosa con otra novela. Algo que pocos pueden decir. O
mejor, algo que podemos decir de muy pocos. Si ya es difícil llegar, se está manteniendo.
Comprad libros y no os venderéis. ¿Por qué no se persigue la piratería literaria? ¿Por qué se cierran
páginas donde se ven partidos de fútbol en directo y no ocurre lo mismo con el
producto que alguien ha ido creando año tras año? Si leen el primer capítulo,
de forma legal en la página de la editorial, no dudarán en comprarla. El tópico
del best seller asociado a un mal
libro no siempre se cumple.
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