Oser
Serón (Cuadrivio, 2015) es el nuevo
libro de Fernando de León (Guadalajara, 1971). Lo presentó la semana pasada en
Las Hormigas (cafetería de la Casa del Poeta Ramón López Velarde) junto a
Hernán Bravo Varela, Karen Chacek y Mauricio Molina. La novela corta y lo
fantástico son dos patas de este ser que no es lo que parece.
Para mí Oser Serón es un ensayo de
la autoría y la trascendencia que puede llegar a tener un texto. En constante
diálogo con el lector, Fernando de León maneja los recursos que solo la
brevedad ofrece. Es capaz de contarnos, atraparnos y escupirnos renovados. Las
diferencias espacio-temporales entre autor y lector se resumen con precisión
inglesa:
Sucede, impertinente lector, que ya estoy muerto:
sólo nos queda esta alternativa ¡Restricciones del tiempo! Ahora que escribo me
encuentro perfectamente, respiro y todo lo demás, pero sé que en el “ahora” en
que lees ya me morí. También sabemos que esta circunstancia (del que escribe ya
muerto y del lector con vida) es irrelevante, común y hasta burda (12).
La bibliofilia
como causa de la bibliofobia está presente en cada uno de los cuentos que van
relacionándose con las dudas y la ambigüedad de las buenas historias, las que
nos inquietan y se quedan en nosotros porque somos nosotros ese protagonista
que se debate a cada rato. Lo que nos dicen y lo que creemos que nos dicen no
siempre concuerdan. Inconscientemente nuestra mente lee más que nuestros ojos.
De León y Oser Serón normalizan el proceso de comprensión: «Había la frase AM
(antes de mí) y la frase PM (pasada por mí)» (28).
Hernán Bravo Varela, Karen Chacek, Fernando de León y Mauricio Molina en Las Hormigas |
¿A quién pertenece un texto? ¿A
quien lo escribe o a quien lo lee? ¿A quien lo imagina o a quien indirectamente
sugiere la idea inicial? Juan Rulfo, Juan José Arreola o Francisco Tario, como
partes de la historia de la literatura mexicana, son autores de Oser Serón: un
palíndromo de carne y seso.
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