viernes, 4 de marzo de 2016

Marwan y Lucas Pez Mago

Hacer el amor no tiene gran complicación.
Lo realmente difícil es deshacerlo.
Marwan, «Cosas que se aprenden tarde»

Marwan y Lucas Álvarez de Toledo llenaron hace una semana la Sala Stereo de Alicante. Ambos tocaron, entre otras, las canciones de sus últimos discos: Apuntes sobre mi paso por el invierno (2014) y Bailes de salón (2014), respectivamente. Destacaron sobre todo por su simpatía y se atrevieron, incluso, a recitar algún poema. En la Sala hacía frío y calor, a rachas iguales, y el sonido no era bueno, así que al acabar el concierto citaron al público y a quien quisiera en la plaza del Mercado (conocida como Plaza 25 de mayo o Plaza de las Flores) para seguir la fiesta.


Aunque en el cartel del evento solo aparecía Marwan, Lucas acompañó al primero durante la mayor parte de la actuación. Esta empezó sobre las once, después de media hora de cola que daba la vuelta a la manzana. El principio fue dudoso, en parte por la gente que se quejaba del frío. Gritábamos, y Marwan, con el micrófono y desde el escenario, pedía a los camareros que bajaran los grados; o que los subieran, ya no me acuerdo. 
Fuera ya de las quejas (¿burguesas?), el cantante conectó enseguida con los jóvenes seguidores. Temas como «Puede ser que la conozcas» o «Te quiero» son ejemplos de la corriente amorosa que ha convertido a Marwan en uno de los más vendidos actualmente. Más que como artista, me llamó la atención como persona. Así se lo dije a mi prima, por quien lo empecé a escuchar. Estuvo más caluroso e informal que en México, cuando hace meses hizo lo propio con Diego Ojeda (tal como dijimos en este blog).
Una de las canciones que se aleja de lo sensual y que más me gustan es «Necesito un país», en colaboración con Nach. En esta ocasión la iba a cantar en solitario, acompañado por la guitarra de Lucas. Empezó el estribillo, nos miró y paró, sin dejar de sonreír. Pidió disculpas. Quería asegurarse de que recordaba la letra y de que lo haría bien.
            Me gustan los conciertos por lo que dicen, más que por lo que cantan. El disco lo podemos escuchar en casa, pero los comentarios (sin necesidad de explicar las canciones) entre pieza y pieza hacen distinto lo que viene mostrando en muchas ciudades y países. En uno de estos momentos pidió que encendieran las luces, como hizo en el Foro Coyoacanense. Los asistentes le hicimos hueco y se metió entre la gente a cantar sin micrófono, pero con altavoces.
            Otro de los detalles que muestran lo buen tío que es Marwan vino al final. La gente volvía a hacer cola en la calle, ahora en sentido inverso. Por la puerta de atrás (que es la de adelante), salió con una chaqueta negra; abrigo que enseguida daría a una chica que lo escuchaba bajo la luna llena y junto a borrachos, atraídos ambos por los susurros (para no molestar a los vecinos) que nos regalaban Marwan y Pez Mago.
De esta guisa acabaron Lucas y Marwan
            Fue ahí, fuera de la pecera que es la Stereo, donde noté más suelto al también entrañable Lucas. De su trabajo, me llamaron la atención «Piscinas vacías» y  «Un músico no, por favor». Las metáforas plásticas, en el primer caso, y la sátira rimada (al estilo de Javier Krahe), en el segundo, lo sitúan como uno de estos jóvenes cantautores (además de Elvira Sastre, Luis Ramiro o Adriana Moragues) a los que seguirle la pista.



            No podemos terminar sin atender el fenómeno en el que se ha convertido el libro Todos mis futuros son contigo (Planeta, 2015), de Marwan. Con más de siete ediciones, se antoja una serie de fogonazos pasionales. Me quedo con tres detalles: con sus reflexiones (entre las que destaca «N. º 1: Nada es peor»: «Nada es peor que no tener principios/ cuando ya está próximo el final» (p. 156), por la brevedad y la precisión más social que personal del género aforístico de Benjamín Prado; con el epígrafe de su prosa «Compañeras»: «Sin la mujer la vida es pura prosa. Rubén Darío» (p. 123), para homenajear en este año al nicaragüense; y, por último, con la dedicatoria del Ave que me lo regaló. Para mí es lo mejor de este libro cuyo título tomo al pie de la letra.
            Si queremos ver a Marwan hay que darse prisa, después de un par de meses se tirará un año sin tocar. Si nos gusta Lucas Pez Mago, actuará en la sala Ocho y medio de Alicante el 17 de marzo.
Escucharlos es sentirnos.

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