Lo realmente difícil es deshacerlo.
Marwan, «Cosas
que se aprenden tarde»
Marwan y Lucas Álvarez de Toledo llenaron hace una semana la Sala Stereo de Alicante. Ambos
tocaron, entre otras, las canciones de sus últimos discos: Apuntes sobre mi paso por el invierno (2014) y Bailes de salón (2014), respectivamente. Destacaron sobre todo por
su simpatía y se atrevieron, incluso, a recitar algún poema. En la Sala hacía
frío y calor, a rachas iguales, y el sonido no era bueno, así que al acabar el
concierto citaron al público y a quien quisiera en la plaza del Mercado
(conocida como Plaza 25 de mayo o Plaza de las Flores) para seguir la fiesta.

Fuera
ya de las quejas (¿burguesas?), el cantante conectó enseguida con los jóvenes
seguidores. Temas como «Puede ser que la conozcas» o «Te quiero» son ejemplos
de la corriente amorosa que ha convertido a Marwan en uno de los más vendidos
actualmente. Más que como artista, me llamó la atención como persona. Así se lo
dije a mi prima, por quien lo empecé a escuchar. Estuvo más caluroso e informal
que en México, cuando hace meses hizo lo propio con Diego Ojeda (tal como
dijimos en este blog).
Una
de las canciones que se aleja de lo sensual y que más me gustan es «Necesito un
país», en colaboración con Nach. En esta ocasión la iba a cantar en solitario,
acompañado por la guitarra de Lucas. Empezó el estribillo, nos miró y paró, sin
dejar de sonreír. Pidió disculpas. Quería asegurarse de que recordaba la letra
y de que lo haría bien.
Me gustan los conciertos por lo que
dicen, más que por lo que cantan. El disco lo podemos escuchar en casa, pero
los comentarios (sin necesidad de explicar las canciones) entre pieza y pieza
hacen distinto lo que viene mostrando en muchas ciudades y países. En uno de
estos momentos pidió que encendieran las luces, como hizo en el Foro
Coyoacanense. Los asistentes le hicimos hueco y se metió entre la gente a cantar
sin micrófono, pero con altavoces.
Otro de los detalles que muestran lo
buen tío que es Marwan vino al final. La gente volvía a hacer cola en la calle,
ahora en sentido inverso. Por la puerta de atrás (que es la de adelante), salió
con una chaqueta negra; abrigo que enseguida daría a una chica que lo escuchaba bajo la luna
llena y junto a borrachos, atraídos ambos por los susurros (para no
molestar a los vecinos) que nos regalaban Marwan y Pez Mago.
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De esta guisa acabaron Lucas y Marwan |
Fue ahí, fuera de la pecera que es
la Stereo, donde noté más suelto al también entrañable Lucas. De su trabajo, me
llamaron la atención «Piscinas vacías» y «Un músico no, por favor». Las metáforas
plásticas, en el primer caso, y la sátira rimada (al estilo de Javier Krahe),
en el segundo, lo sitúan como uno de estos jóvenes cantautores (además de
Elvira Sastre, Luis Ramiro o Adriana Moragues) a los que seguirle la pista.
No podemos terminar sin atender el fenómeno en
el que se ha convertido el libro Todos mis futuros son contigo (Planeta, 2015), de Marwan. Con más de siete
ediciones, se antoja una serie de fogonazos pasionales. Me quedo con tres
detalles: con sus reflexiones (entre las que destaca «N. º 1: Nada es peor»: «Nada
es peor que no tener principios/ cuando ya está próximo el final» (p. 156), por
la brevedad y la precisión más social que personal del género aforístico de
Benjamín Prado; con el epígrafe de su prosa «Compañeras»: «Sin la mujer la vida es pura prosa. Rubén Darío» (p. 123), para
homenajear en este año al nicaragüense; y, por último, con la dedicatoria del Ave
que me lo regaló. Para mí es lo mejor de este libro cuyo título tomo al pie de
la letra.
Si queremos ver a Marwan hay que
darse prisa, después de un par de meses se tirará un año sin tocar. Si nos
gusta Lucas Pez Mago, actuará en la sala Ocho y medio de Alicante el 17 de marzo.
Escucharlos
es sentirnos.
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