sábado, 14 de junio de 2014

"Que todas las noches sean noches de boda"



Noche SabineraHace una semana... por segunda vez en los últimos seis meses, Pancho Varona y Antonio García de Diego nos regalaban (y no usamos el perfecto ‒aunque lo sean‒ porque esto no ha acaba) una Noche Sabinera en Valencia. Los pupilos de don Joaquín se presentaron como de costumbre: con humildad, con sus sonrisas y con su arte. Esto último, infinítamente enorme, hizo que se agotaran las entradas a la Sala Matisse. Hubo música, anécdotas, bromas, confesiones, enseñanzas y sorpresas durante casi tres horas. ¿Tienen veinte años?


A las 6 de la tarde salimos desde Villena con dirección a la capital autonómica. Apenas hizo falta el GPS. Sobre las 8 ya estábamos tomando unas cañas en la Calle Campoamor, frente a la Sala Matisse, pensando en la canción que cantaríamos con Panchito y AGDD. Demasiado tarde. En cuanto nos descuidamos, la cola para la Noche Sabinera llegaba hasta la otra esquina. El público suele cantar siete u ocho canciones para el Fin de fiesta, así que muy pocos valientes (o uno muy simpático) debía de haber ahí para que mi amiga sabinera y yo tuviéramos opción de hacerlo.

Nada. Cuando llegamos la lista estaba cerrada. ¡Qué éxito! Seguro que tuvo algo que ver el documental de El símbolo y el cuate que emitieron semanas atrás en La 2. La pobre Tere estaba hecha polvo. Tenía ganas de entonar “Y si amanece por fin”. Y así fue: por fin un amigo de Pancho se acercó a decirle que había una chica tristísima por no haber alcanzado plaza para subir a cantar con ellos (por, no sé ya, qué vez).

¡Qué grandes! Pudimos subir.

Pancho Varona y Antonio García de Diego en la Noche Sabinera de Valencia (Sala Matisse, 7 de junio)
 
Los sabineros que ocupaban las primeras filas ya nos conocíamos de las anteriores. En Valencia (en diciembre) y en L´Eliana (en enero) fuimos compartiendo esta religión. Hasta tenemos un grupo de WathsApp.

Bueno... El caso es que esto fue al final de la Noche Sabinera. Antes, Pancho y Antonio, recién llegados de Latinoamérica, cantaron las mejores canciones que han compuesto junto al de Úbeda, que son todas: “Corre, dijo la tortuga”, “Peces de ciudad”, “Y sin embargo”, “Con la frente marchita”...; no obstante, faltaba una que me encanta: “Amor se llama el juego”. Y se la pedí a Antonio, a medio metro de donde estábamos. Y la cantó, a la misma distancia.

Hay que ver, estos dos músicos, que podrían estar perfectamente en su casa cenando, nos hacen disfrutar de esta manera, por 10€.

En todas las noches ocurre algo que las distingue. Esta vez, un chico subió a cantar, tranquilo, pese a lo que iba a decir; pidió que subiera su novia al escenario. Y no fue lo único que le pidió. Se arrodilló y sacó algo del bolsillo trasero del pantalón. “¿Quieres casarte conmigo?”

Fue el único momento en el que se oyó el silencio. Pancho y Antonio se miraban sin girarse. La chica lloró y corrió, en dirección contraria a donde estábamos. ¿Podía acabar así?

Alguien debió animarla a regresar. Lo hizo y acompañó muda al chico.

¿Se casarán?

Qué más da. Lo importante es que fue una noche inigualable.

“Benditos seáis”.

 La primera canción que cantamos con los maestros en la Noche sabinera de L´Eliana.

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