Hace una semana... por segunda vez en los últimos seis
meses, Pancho Varona y Antonio García de Diego nos regalaban (y no usamos el
perfecto ‒aunque lo sean‒ porque esto no ha acaba) una Noche Sabinera en
Valencia. Los pupilos de don Joaquín se presentaron como de costumbre: con
humildad, con sus sonrisas y con su arte. Esto último, infinítamente enorme,
hizo que se agotaran las entradas a la Sala Matisse. Hubo música, anécdotas,
bromas, confesiones, enseñanzas y sorpresas durante casi tres horas. ¿Tienen
veinte años?
A las 6 de la tarde salimos desde
Villena con dirección a la capital autonómica. Apenas hizo falta el GPS. Sobre
las 8 ya estábamos tomando unas cañas en la Calle Campoamor, frente a la Sala
Matisse, pensando en la canción que cantaríamos con Panchito y AGDD. Demasiado
tarde. En cuanto nos descuidamos, la cola para la Noche Sabinera llegaba hasta
la otra esquina. El público suele cantar siete u ocho canciones para el Fin de
fiesta, así que muy pocos valientes (o uno muy simpático) debía de haber ahí
para que mi amiga sabinera y yo tuviéramos opción de hacerlo.
Nada. Cuando llegamos la lista estaba
cerrada. ¡Qué éxito! Seguro que tuvo algo que ver el documental de El símbolo y el cuate que emitieron
semanas atrás en La 2. La pobre Tere estaba hecha polvo. Tenía ganas de entonar
“Y si amanece por fin”. Y así fue: por fin un amigo de Pancho se acercó a
decirle que había una chica tristísima por no haber alcanzado plaza para subir
a cantar con ellos (por, no sé ya, qué vez).
¡Qué grandes! Pudimos subir.
Pancho Varona y Antonio García de Diego en la Noche Sabinera de Valencia (Sala Matisse, 7 de junio) |
Los sabineros que ocupaban las primeras
filas ya nos conocíamos de las anteriores. En Valencia (en diciembre) y en
L´Eliana (en enero) fuimos compartiendo esta religión. Hasta tenemos un grupo
de WathsApp.
Bueno... El caso es que esto fue al
final de la Noche Sabinera. Antes, Pancho y Antonio, recién llegados de
Latinoamérica, cantaron las mejores canciones que han compuesto junto al de
Úbeda, que son todas: “Corre, dijo la tortuga”, “Peces de ciudad”, “Y sin
embargo”, “Con la frente marchita”...; no obstante, faltaba una que me encanta:
“Amor se llama el juego”. Y se la pedí a Antonio, a medio metro de donde
estábamos. Y la cantó, a la misma distancia.
Hay que ver, estos dos músicos, que
podrían estar perfectamente en su casa cenando, nos hacen disfrutar de esta
manera, por 10€.
En todas las noches ocurre algo que las
distingue. Esta vez, un chico subió a cantar, tranquilo, pese a lo que iba a
decir; pidió que subiera su novia al escenario. Y no fue lo único que le pidió.
Se arrodilló y sacó algo del bolsillo trasero del pantalón. “¿Quieres casarte
conmigo?”
Fue el único momento en el que se oyó el
silencio. Pancho y Antonio se miraban sin girarse. La chica lloró y corrió, en
dirección contraria a donde estábamos. ¿Podía acabar así?
Alguien debió animarla a regresar. Lo
hizo y acompañó muda al chico.
¿Se casarán?
Qué más da. Lo importante es que fue una
noche inigualable.
“Benditos seáis”.
La primera canción que cantamos con los maestros en la Noche sabinera de L´Eliana.
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