Ninette y un señor de Murcia |
El sábado 9 de
abril Ninette y un señor de Murcia se representó en el Teatro Chapí de Villena. El clásico de Miguel Mihura, dirigida ahora por César Vidal, se
hizo con el público que casi llenaba la sala.
La historia es sencilla (en 1964, un
murciano va a París de vacaciones), pero se complica como buena comedia de
enredo. Un amigo le encuentra alojamiento en casa de una familia de origen
español. Ahí tendrá lugar toda la escena. La hija sí es francesa y supone el
nexo entre lo que se prevé y lo que sucede. Las distintas ideologías políticas
(y poéticas) de los personajes generan el conflicto constante y creciente. Merece
la pena volver a verla. Tiene algo de El
ángel exterminador de Buñuel y de Ocho
apellidos vascos de Dani Rovira. Jorge Basanta es aquí el que sufre el amor
inconcebible de una Natalia Sánchez que borda el acento francés durante las
casi dos horas de espectáculo. Javier Mora le pone el eco melodramático al
desastre doméstico. Miguel Rellán evoluciona de secundario a principal,
disfrutando y haciéndonos disfrutar. Julieta Serrano transmite su fuerza con
solo tocar el timbre de la maison.
Su tocaya, Julia Albadalejo comenta
la obra en «El palco de Julieta»:
«entre la libertad y la modernidad parisina y la tradición del vino de
Valdepeñas, el cocido y el sonido de la gaita».
Los vicios humanos no caducan. Por
eso Mihura y Oliva nos regalan el teatro. Ojalá fuera más el público.
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