viernes, 29 de abril de 2016

La magia cuántica de Haruki Murakami

El viernes pasado Benito Elías García-Valero presentó su libro La magia cuántica de Haruki Murakami (Verbum, 2015) junto a Ramón Llorens en la librería Pynchon&Co. ¿Qué relación tienen la física cuántica y el realismo mágico en la obra de uno de los escritores japoneses más importantes?
            La cita fue mágica: el día que se cumplieron cuatrocientos años de la muerte de Cervantes, Benito Elías presentó su libro. ¿Qué tiene esto que ver? A priori, nada o Nada; pero todo puede estar conectado o resultar un enigma indescifrable según las teorías científicas aplicadas a la literatura.
            La magia cuántica de Haruki Murakami. Las novelas del autor y la ciencia: ficción, era digital y física cuántica continúa la línea de trabajo que planteó Benito en su tesis doctoral. El prólogo es de Carlos Rubio, quien, entre otras cosas, logra definir brevemente etiquetas tan amplias como literatura y ciencia: «La relación entre literatura ‒esa mentirosa verdad de la existencia humana‒ y la ciencia ‒el mito moderno más sacrosanto‒ es un terreno espinoso y escarpado, pero el autor de este libro lo recorre en sus páginas con paso firme y bien equipado» (14). Cinco capítulos van desmenuzando a Murakami (Kōbe, 1949), la crisis de la crítica hasta la paramodernidad, sus axiomas digitales, la mágica cuántica y las posibilidades de realismo mágico en la narrativa del escritor japonés. Los anexos explican de forma clara conceptos normalmente alejados de la crítica literaria: el vacío cuántico, la no-localidad, el principio de incertidumbre y la teoría de los universos paralelos o multiversos, la solución de la Escuela de Copenhague, la teoría del realismo agencial de Barad y la objetividad débil.
            Varios detalles de este libro nos sorprendieron especialmente. ¿Hay conexión entre la ficción y la no ficción?: la «comparación de sus héroes con jugadores de videojuegos adquiere sentido en el mundo de Murakami y en el real» (29). Por otro lado (o no), walkman generation identifica «a una juventud capaz de interactuar mejor con los objetos pasivos» (38). El libro, queda comprobado, no es un objeto pasivo. La sociedad individual (cfr. 114) que frecuentan y persiguen muchos adolescentes es un problema que atañe a Murakami: «si podemos encontrar posiciones subjetivas entre los nudos de las diferentes representaciones del mundo, se debe a que el sujeto está en constante intercambio de información con los “Otros” y su entorno, y se favorece la disolución de fronteras entre los mismos individuos» (85). En este sentido, Lipovetsky se refiere al «deseo y dolor de estar solo» (137).




            Se ha considerado a Murakami un autor poco comprometido socialmente con el Japón y los problemas de su época (que también es la nuestra). Sin embargo, Elías demuestra que «con el tiempo, Murakami llegará a incluir en sus producciones la política y la historia, si bien es cierto que desde un posicionamiento posmoderno afín a la ironía y a la parodia en lugar de la denuncia explícita» (88). ¿Qué es social? ¿Qué no lo es? Es otra la forma de contrariar la versión oficial, el escritor japonés «abre “agujeros” o “puertas” en las novelas hacia episodios polémicos de la historia japonesa, como las operaciones durante la Segunda Guerra Mundial, y también pone en evidencia a la sociedad instituida en la burbuja inmobiliaria de los años ochenta o la vacuidad de ideales en los líderes de las revueltas de la década de los sesenta» (202).
            Otro de los hilos conductores de este trabajo son los poderes fácticos (cfr. 31, 53, 118-119). Murakami «erige una denuncia contra los poderes homogeneizadores de nuestro mundo, aupados por los medios de comunicación de masas» (205).
Ramón Llorens y Benito Elías presentando el libro en Pynchon&Co
            Una polémica que concierne a Benito Elías y a Ramón Llorens es la del realismo mágico en Murakami (cfr. 184, 195-197). ¿Realmente se da el mismo realismo mágico de Juan Rulfo o Gabriel García Márquez en La caza del carnero salvaje, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Kafka en la orilla o 1Q84? Es cierto que existe «en Murakami la irrupción de lo extraño en la cotidianeidad ficcional» (184), sin embargo, estos hechos inusuales implican una sorpresa y un choque ausente en Comala o Macondo. «Que un personaje pueda hablar con los gatos no genera realismo mágico si la anécdota no viene convenientemente presentada por una ficción verosimilizadora y una naturalización del hecho insólito» (195).
            Filosofía, ciencia, antropología y literatura se conjugan en La magia cuántica de Haruki Murakami, un ejemplo de que leer, investigar y enseñar no tienen límites.
            El último párrafo antes de las conclusiones resume, en mi opinión, el estudio de Elías sobre Murakami:

Sus obras carecen de la coherencia global de los precedentes magicorrealistas pero hablan de una realidad cuya última naturaleza pertenece al ámbito de la divinidad, entendida aquí como supremo enigma incognoscible. Sabedor de ello, el autor japonés se lanza a crear mundos ansiolíticos que expliquen las deshumanizadoras consecuencias derivadas de un individualismo atroz en un universo, aparentemente, desconectado (200).

La última frase es para ponerla como ejercicio de análisis sintáctico (y semántico) en selectividad. Cada palabra retoma de manera precisa los cabos de la madeja literario-mágico-cuántica.
            En definitiva, un tema arduo y lejano para muchos se describe con claridad y con una documentación que sostiene y confirma la teoría que practica Benito, lector de Murakami en su lengua original, tal como señalan las notas a pie de página en japonés. Además de lo riguroso y sugerente que resulta el libro, Benito Elías y Ramón Llorens ofrecieron, hace una semana en Pynchon, otra forma de leer y de comunicar.

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