Sebastián Dezma
encarna a un don Juan que festeja el día de muertos a la mexicana manera. El
clásico que José Zorrilla heredó de Tirso de Molina se representa por décimo
año en el Foro Coyoacanense Hugo Argüelles del Distrito Federal.
Como ocurría hace unos años en España, el Don Juan Tenorio se representa en las fechas del día de muertos. Sebastián Dezma (como protagonista) y una docena más de artistas viven el teatro como seguramente se hacía y todavía se hace desde siglos atrás. Los fines de semana la plaza del Jardín Centenario se llena de gente. Entre ellos hay actores que promocionan las obras de teatro que se representarán esa misma tarde. En la calle Allende puedes encontrar a los actores ya vestidos para la obra que escenifican en una hora, a las 17:30 h. Dos horas después el público aplaude de distinta manera a los histriones (con perdón), según su personaje: desde el paje Jesús Gatica como reencarnación de Chespirito en la Sevilla del XVI hasta el principal don Juan como voz del elenco. Ambos, escudero y caballero, hilvanan la evolución de caracteres con el proceso dramático. Del mismo modo, Eva Parti es Doña Inés de Ulloa; René del Valle Gro, Don Gonzalo de Ulloa; David Palazuelos, Don Luis Mejía; Rosalba Flores, Brígida; Stefan Erick, Don Diego Tenorio; Israel Perettz, Capitán Centellas; Omar Luna, Buttarelli/ Escultor; Daniel Barrientos, Escultor; Ady Salazar, Lucía/ Madre abadesa; Isaac Ramírez, Alguacil; y Fabiola Trujillo, Doña Ana/ Hermana Tornera. Todos ellos guiados por el stage Manager, Víctor Scoto, y el Staff de @LF Portillo.
Los actores promocionan su teatro en la puerta del Foro |
El decorado recrea con gran trabajo
la historia y la Historia. El hilo conductor queda enriquecido por las
anécdotas y los guiños a la actualidad. Cuando se cierra el telón para que se
cambie el mobiliario, los personajes secundarios entretejen pequeñas escenas
que nos mantienen atentos y riendo; reviviendo así el género del entremés. La
iluminación va de las veladoras conventuales a la ralentización de Matrix. Aunque Sevilla se ambienta con los
arcos de la Mezquita de Córdoba, España se traslada a México: la verosimilitud
se logra con lo fantástico. La música eleva el verso original en combinación
con el imprescindible albur. «El concierto de Aranjuez», de Joaquín Rodrigo, precede
a la estrofa ya inolvidable: «no es cierto, ángel de amor/ que en esta apartada
orilla/ más pura la luna brilla/ y se respira mejor».
Este Don Juan de Sebastián Dezma casi no tiene nada en común con el que
Blanca Portillo dirigió hace un año en la Compañía Nacional de Teatro Clásico
de España, pero los extremos te enseñan la definición de clásico: texto o
historia que pervive en sus diferentes formas como unidad universal.
Los actores saludan al público al acabar con Don Juan |
Después de dos horas, Doña Inés
ahuyenta los fantasmas de Don Juan. En el panteón se adivina el cempasúchil y
las calaveritas de azúcar. Las ofrendas atraen a los difuntos. Igualmente, los
muertos-vivos (Tirso, Zorrilla, don Juan…) atraen las ofrendas de los amantes
del teatro, el puro, el que después de un intenso trabajo sale al recibidor del
edificio para despedir y agradecer a los asistentes y recibir y presentarse
ante el público que entra a ver la segunda función de la tarde. ¿Han tenido
tiempo para beber agua?
Dan ganas de volver a entrar al Foro
para salir de dudas. Hoy es la última representación, a las 17 h. Por 100
pesos, la mitad del precio habitual, podemos disfrutar de un clásico actual. El
mexicano es un don Juan. Aprovechemos y contagiémonos de las ganas por recrear
(en sus dos acepciones).
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