El domingo 25 se celebran las elecciones
europeas. Y digo celebrar porque las espero como se esperan las grandes citas.
Con esperanza. Necesitamos que todos los españoles (al menos los que siguen
aquí) vayan a las urnas y recuerden lo mal que lo hemos pasado en estos años de
“austeridad” ‒palabra prostituida por Europa, según Mujica‒. Este maltrato del
lenguaje es solo una pista de lo que han hecho con la sanidad, la educación y
la vida de los ciudadanos que han visto, ciegamente, cómo les robaban su dinero
público, públicamente.
¿Por qué la política es un tema tabú? No
sentimos reparos en defender a nuestro equipo de fútbol, pero escondemos la
ideología política. ¿Todavía colea el tufo de la guerra civil? Interesándonos
en el gobierno, participando y votando, las elecciones servirán de algo. Sin
extremismos ni radicalismos, la democracia es posible. Necesaria.
Hace un año fui a una terraza de la
playa de El Postiguet, en Alicante. Había escuchado hablar de la Red ciudadana.
La crisis todavía no había sido camuflada por los que quieren vendernos la moto
del crecimiento y el fin de la recesión. Expresiones tan vacías como nuestras
arcas, y, poco a poco, nuestras mentes. Allí nos recibió una chica delgada,
italiana, con ojos expresivos y segura; con la certeza de que lo que quería
explicar a todo el que se acercara por allí podía llegar a buen rumbo. A raíz
del 15 M habían organizado una hoja de ruta para conseguir democracia y punto.
Ese era su lema. Actualmente, con el foco puesto en las elecciones europeas, el eslogan es #VotaXti. Personalmente (como todo lo que vengo diciendo)
prefería el anterior. Me parece una contradicción la unión del primero y la
individualidad del segundo. Una Red ciudadana no puede pedir que votemos por
uno solo, por nosotros mismos. Quizá deberíamos votar por todos aquellos que
han tenido que irse fuera para respirar algo diferente al aliento matutino,
hermético y repetitivo que se estaba convirtiendo en una patología interna y
putrefacta, contagiosa para el exterior; o por las madres en paro que acaban de
dar a luz a un hijo, sin ayudas, ni ayuda; o por los docentes desembolsados; o
por los hospitales cerrados, y los aeropuertos abiertos; o por los sintecho sin
lecho… por el cohecho.
Nuestro voto es importante para todos,
no para ti o para mí. Las huelgas y manifestaciones de las universidades,
transportes, basuras… no sirven de nada si el domingo no votamos. La abstención
es la muestra más triste del alpiste que ahora nos dan, a modo de somnífero.
¿Ya acabó la crisis? ¿Ya vuelven a vivir los suicidas? ¿Ya han devuelto todo lo
que nos han robado (y el dinero es lo de menos)? Las ganas deben recuperarse. No importa a quien votes, mientras que votes. En la siguiente tabla se muestra la importancia de este derecho:
Tabla explicativa de la importancia del voto, publicada por Podemos |
Aquella Red ciudadana se registró como
Partido. La única manera de cambiar era desde dentro. Y el parlamento europeo
es una buena manera de empezar a inquietar a esos insensibles que se apoltronan
en su butaca mientras confirman una transacción a Suiza, a la vez que componen
la palabra “Timo” en un famoso juego de lo que les falta. El Partido X es un
colectivo. Hervé Falciani y Simona Levi son sus representantes, pero atrás hay
un trabajo titánico de ciudadanos que se preocupan por los derechos y las
libertades, cada vez más menguantes.
En su página web se encuentra el
programa y las fases de estos últimos meses. También está en Twitter y
Facebook. E incluso existe una aplicación, no oficial, donde aparece su
presencia en prensa, sus videos y datos relevantes para conocer lo que piensan
las personas, a las que, aunque por momentos se olvide, gobiernan los
políticos.
Si tú quieres cambiar, no puedes seguir
haciendo lo mismo.
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