Recién terminadas las elecciones, me
vuelvo a preguntar algo que me ronda desde hace tiempo: ¿por qué no existe ya
el voto electrónico? La abstención supera a la participación. ¿Realmente la
gente pasa de la política? ¿O existen trabas y obstáculos que dificultan la
presencia en las urnas?
Sin valorar los resultados de las
elecciones europeas, no me explico cómo la mitad de la población no vota. Es
cierto que no es una obligación, pero es un deber; y a veces el “debo” puede
más que el “tengo”. La única excusa que se me ocurre es reconocer lo incómodo
que es votar.
Actualmente hay muchísimos españoles
fuera del país (por X motivos) que seguramente no han conseguido resolver el
papeleo que las embajadas exigen para ejercer este derecho. También hay enfermos
hospitalizados a los que les resulta imposible acercarse al colegio electoral. Lo mismo ocurre con los que trabajan o con los que simplemente
viven fuera de donde están empadronados; o incluso habrá quien todavía esté en
Lisboa disfrutando de los coletazos de la Champions... No importa la situación
que nos impide votar: la clave es que con algo tan sencillo como el voto
electrónico se solucionarían todos estos casos (además de ahorrarse tiempo,
papel y dinero).
En una época y en una sociedad donde la
mayoría tiene acceso a internet, siguen introduciéndose sobres después de que
unos desafortunados (en la mayoría de las veces) registren manualmente los
datos del asistente. Y es que la base de la abstención está en la asistencia.
¿Por qué encerrarse en esas cabinas grises donde las papeletas de los partidos
(pocas veces de todos los que se presentan) se disponen como los folletos que
ofertan en el hall de los hoteles?
¿Para qué sirve el DNI electrónico? ¿No sería posible un sistema donde se
pudiera votar a través de internet? Seguro que la participación aumentaría. Es
cierto que hay personas que no cuentan con acceso a la red, pero seguro que
conocen a alguien que sí lo tiene; o en el peor de los casos se puede facilitar
ordenadores públicos de bibliotecas o ayuntamientos. Además, las elecciones
no tendrían por qué realizarse en 12 horas. Podría abrirse el plazo de una
semana para introducir el DNI, la clave y pinchar sobre el partido al que se
desea votar, o la opción de voto en blanco. En 12 segundos, como mucho,
se podría votar, y desde cualquier parte y hora del mundo. Además, en este
sistema llamado, por ejemplo, “Votanet” (lo que me recuerda a un aperitivo en
México, con tintes valencianos), cada ciudadano podría informarse de las
propuestas y de los candidatos de cada agrupación política, con imágenes,
enlaces, videos… o qué se yo. No se atentaría contra el anonimato, cada votante
registraría así su elección y su participación (sin que ambas cosas tengan
relación). También se evitarían pucherazos y malentendidos. Todo quedaría archivado,
sin trampas. ¿Es tan difícil?
No sé. Hace tiempo que pienso en esto
del voto electrónico como solución para disminuir la abstención y el gasto
público…; pero… cuando no se hace, debe ser porque no es una buena idea… O
quizá no conviene que lo sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario